No me terminaba de acostumbrar a esos perros tan enormes. Al sonido de su nombre, el corrio a medio galope hacia mi, aterrizando en mitad en su regazo y lamiendola la cara con su lengua mojada. Por ello, muchas cenas las pasamos en silencio, y no habia mucho mas que el tradicional que tal todo bien. Mi pasatiempo preferido se convirtio en llevar a pasear al perro al bosque; aunque la primera vez que mi padre me lo pidio, yo no quise pero Sombra era un cacho de pan y yo finalmente me acostumbre a el. Me lo lleve una mañana a su lugar preferido en el bosque, un pequeño claro con una charca donde yo solia nadar. Todavia no podria creer lo enorme y lo hermoso que era; casi tan alto como su cintura, y su piel brillante no podia ocultar debajo sus musculos tensos. Yo sabia que le encantaba que le acariciaran la barriga asi que puse mi mano entre sus patas delanteras, y el rodo sobre su espalda, patas arriba, jadeando de placer. Su pene cayo a un lado entre sus piernas; yo habia estado intentando tener el valor de tocarlo durante todo el verano, pero nunca me habia atrevido.
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La primera fue con mi pareja y un amigo suyo y la cosa no acabó bien. Su colega no paraba de escribirme y llamarme por privado porque quería repetir pero a solas. De película, asegura María, de 27 años. Que no quieras no significa que seas menos aventurera. Simplemente tienen que existir una curiosidad y un entusiasmo que motiven hacerlo. El chico ni se lo creía. Fue muy divertido y los tres nos lo pasamos genial.
